Ver a Leonel Fernández entregando, al concluir el año 2023, las mismas cajas que distribuía hace años es una clara evidencia de que, en muchos aspectos, parece no haber evolucionado.
Cuando Leonel comenzó con esa práctica clientelar tan burda, los políticos entretenían al electorado con sueños de mesías, sueños que ya han perdido vigencia.
Leonel ha permanecido en el escenario político por más de dos décadas y, en todo este tiempo, no ha cambiado la forma en que realiza sus «repartos», a pesar de que ahora contamos incluso con inteligencia artificial.
Las fotos ridículas de antaño, al estilo balaguerista, continúan como un simple «copiar y pegar», sin entender que el público actual no es el mismo que el de antes, con figuras como Putin, Milei, AMLO y otras, algunas admirables y otras patéticas, pero coinciden en que simplemente estamos en una nueva era.
Hace dos años, resaltamos la necesidad de que Leonel evolucionara, incluso de cara a las próximas elecciones. No se trata de que se quite el saco y la corbata, sino de que comprenda, simplemente comprenda que, aunque no pueda cambiar de fondo, incluso si insiste en la idea del «New York chiquito», al menos debería dejar de repartir cajas y otorgar bonos coordinados con algún supermercado, donde la gente pueda comprar la comida que desee, como un signo de libertad y cambio.
Lamentablemente, parece que los círculos cercanos a Leonel aplauden que este año haga lo mismo que hace 20, mientras programan a la robot para decir que con él se gobernaba mejor.
Incluso Balaguer evolucionó, ¿por qué no Leonel?
